lunes, 8 de diciembre de 2014

El reto del Morico


Cada Persona o grupo de personas tiene una obsesión, como el capitan Ahab en Moby Dick. Su obsesión le llevó a perseguir de forma enfermiza a la gran ballena blanca, la misma que le arrancó su pierna años atrás.

El club Rayito también tenía su gran ballena blanca, el Morico. Una montaña de la sierra del Bartolo a la que cada vez que subían no eran capaces de encontrar la vía "fácil" para alcanzar su cima. Una y otra vez lo intentaron y siempre se complicaban la vida, discutiendo de si por ese lado, por ese otro hasta que al final, a base de trepar de mala manera, se conseguía el objetivo. Pero la gran obseión, el gran reto, era conocer la vía de la que todo el mundo hablaba, la "vía facil". Dani, un amigo, comentó que él con su hijo de 9 años subía sin problemas. Otra gente subía con perros. No era posible que lo Rayitos sufrieran tanto para hacer esta ascensión.

Una vez más el club intentó el reto del Morico. Esta vez fueron Fede (GPS), Gilbert (Rayito), Kiko (l'Innovador), Pedro y Susana. Los 5 tratarían de quitar esa espinita que el club tenía clavada desde hacía tiempo. La ruta era de sobra conocida por los caminantes. Existía una opción de subida y dos de bajada, la que pasa por el coll de la Mola y la de les vetetes. Para este día eligieron la segunda, que era más directa y más "divertida" (era senda y no pista). Viendo la foto que encabeza la crónica, la ruta pasa justo por la cresta que une las tres montañas. La cumbre de más a la izquierda es la gran ballena blanca, el Morico. El desnivel era de sobra conocido. Con la ruta elegida no habría problemas de cansancio por desnivel. Se iría poco a poco por lo complicado del camino (lo que los profesionales llaman subidas y bajadas "técnicas"). Al final fueron poco más de 5 kilómetros con un desnivel acumulado de 450 metros.



Aparcaron el coche en les Creuetes, al comienzo de la pista Roja, al lado de la urbanización El Refugio, y se encaminaron hacia el mas de Chiva. Una pista les llevó primero a la font del Mas de Xiva, de la que sólo asomaban unas gotitas, y sólo unos metros más allá estaba el mas de Xiva. A su derecha arrancaba el camí del Portell. Nuestros senderistas tomaron ese camino que se enfilaba por el barranco hacia arriba.

A los Rayitos nos les costó demasiado llegar al Portell, el collet entre la Roca Blanca y el Morico. Hicieron varias paradas para ver de lejos la pared final de la ascensión, el auténtico reto del día. Rayito calibraba por donde se debería trepar. Todos opinaban sobre la via de acceso a la cima, más bien en broma que en serio. Pero la cumbre estaba ahí y había que encontrar el acceso fácil.

Una vez en el Portell se tomó a una senda a la derecha, con destino al Morico. La senda se escarpaba y poco a poco se tuvieron que ir usando más las manos que los pies. Pedro, que llevaba tiempo sin participar en una caminata, iba a una marcha más "diesel", pero no dejó de caminar y llegó al pie del "muro" a la vez que el resto del grupo.

A nuestros caminantes se les apareció la Virgen María en forma de dos senderistas del Centro Excursionista de Burriana que decían que conocían el camino. Los Rayitos se "pegaron a rueda" y treparon detrás de los "profesionales".

La vía era un poco más fácil que las que utilizaron lo Rayitos en otras ocasiones. Innovador cree que todavía podría haber alguna más fácil, pero lo que es seguro es que se subió bastante rápido y sin grandes problemas.

Hay que decir también que la subida no es de gran nivel pero tampoco la trepa cualquiera. Ese día se oyeron frases como "Quién coño me mandaba venir a mi hoy aquí", o "soy gilipollas", o "me paro y de vuelvo", o "si lo cuento en casa me llamarán friki". Todo esto dicho por un/una Rayito/a en plena ascención viene a decir que no todo fue coser y cantar, que la cosa estuvo arregladita, sobre todo por el vértigo (cague) y las piernas cortas que no dejaban llegar las zapatillas a la roca que tocaba.

Una vez en la cumbre las caras cambiaron, Las vistas ese día eran espectaculares. Hubo viento el día anterior y el cielo estaba superclaro. Se veían perfectamente la columbretes y casi también las lagartijas que vivían alli. También se veía el Montgó y la punta del cabo san Antonio, a muchos kilómetros de distancia. Los ánimos se relajaron y se comenzó a buscar el camino de vuelta.

Para la bajada del Morico se eligió la senda de les vetetes. una senda que baja "al recto" justo hacia el este. Antiguamente estaba señalada por cintitas atadas a ramas. Ahora ya casí no quedaba ninguna. Estas cintas se han sustituido por fitas de piedras cada pocos metros. La senda es muy pedregosa y la pendiente a veces es grande con lo que viene muy bien ir siguiendo las fitas para  no despistarse.

Como la bajada era muy técnica y el camino estaba bastante perdido se avanzaba muy poco a poco. Se oían frases como "por este camino sólo han pasado dos grupos, los que pusieron las piedras y nosotros", "este innovador ya se pasa con sus caminitos", o " estoy aburrido de las piedras, necesito un camino plano y de tierra". Algunos resbalones y las mallas de GPS pagaron el tributo de la montaña. Por lo demás, todo bien. Se subieron las dos agujas que están delante del Morico y se bajó casi esquiando por las piedras hasta que la senda se allanó un poco. De allí al coche fué un paseo. Fueron dos horas y media para recorrer cinco escasos kilómetros, pero la concentración y la complejidad merecieron este tiempo.

Al final cervecitas y a comentar la ruta. La gente estaba contenta. Lo que durante la excusión fue sufrimiento se transformó en orgullo y alegria por la superación de un reto. Para el club Rayito esta ruta, de ser su gran "ballena blanca", pasó a formar parte de esa colección de "grandes clásicos" que se dejan para ocasiones especiales. Todo un tributo.


Pincha aquí para ver la ruta

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