miércoles, 7 de mayo de 2014

l'Agullot de Benicàssim


Un día el club Rayito planteó hacer algo un poco distinto sin dejar de ser huevón. El objetivo era hacer escalada, pero escalada huevona, y el Agullot de Benicàssim era el objetivo perfecto. El Agullot es una cumbre que forma parte de les agulles de santa Àgueda, cadena de picos que hace de frontera entre los términos municipales de Benicàssim y Cabanes.

En esta ruta participaron Fernando (Ferch), Gilbert (Rayito del Voramar) , Kiko (l'innovador) Manolo y Toni. Un equipo de lujo para una excursión diferente. Cerca de 9 kilómetros en 3 horas y con un desnivel acumulado de 750 metros. Mira el perfil para ver el esfuerzo huevón...



Como en muchas otras ocasiones los senderistas dejaron el coche en el puente de la autopista, en el pla del Salandó, lugar desde donde comenzaron la ruta. Eran las 8 de la mañana de domingo soleado de mayo. Hacía un poco de fresco pero el sol pronto enpezaría a trabajar.

Tomaron la pista que sale paralela a la autopista para subir por el barranc de la Comba. El comienzo de la subida por la Comba fue rápido. Rayito estaba fuerte y lideró el grupo con una energía fuera de lo normal. Se andaba en tiempo de record. Normalmente la subida lleva alrededor de 25 minutos, aunque algunos del club la han hecho en menos de 20. El ritmo que se imprimía estaba más cerca de los 20 que de los 25. El grupo rebasó a un par de senderistas que también pisaba bastante fuerte, pero no tanto como nuestros campeones. Al final la liebre de nuestro grupo parece que no había tomado bastante Cola-Cao  por la mañana y en los tres ultimos repechos de la Comba (los más duros) el ritmo bajó considerablemente. Al final fueron 24 minutos y todos tenían los gemelos calentitos. No hay que quitar mérito a la gesta. Rayito, la liebre, se portó.

Una vez finalizada la subida, a la derecha salía la senda que lleva al Agullot. Está marcada con pintura un poco de mala manera. Nuestros senderistas se adentraron por el pequeño camino que pronto tomó pendiente. La senda era un poco estrecha, bastante empinada y cruzaba un espeso bosque de pinos pequeños. A unos cientos de metros la ruta llegaba a un lugar más o menos plano con unas construcciones semiderruidas. Aquí Rayito acusó el esfuerzo inicial y, con un dolor de riñones, prefirió esperar y establecer el primer campo base.

El resto de caminantes afrontaron la subida definitiva al Agullot. Ahora la montaña se convirtió en la cima de los mil caminos. Habia un montón de sendas y todas llegaban a la cumbre. Los caminos aparecían y desaparecían a medida que se iba subiendo porque las rocas cada vez eran más numerosas, más complicadas de subir y enmascaraban la ruta.

Al final la cosa estaba en intuir el camino y trepar con mayor o menor dificultad por las rocas. Alguno comentó que si eso era complicado de subir, seguro que lo sería más de bajar. Para un "Rayito Huevon Estándar" la subida al Agullot se convirtió en un reto de escalada de primera línea. 

Trepando trepando se llegó a una losa donde había una cuerda de apoyo (gracias al que la puso) y un poco más arriba a una canal que, una vez superada, daba acceso a la cima.

Arriba de la canal se quedaron Ferch y el Innovador por respeto a las alturas y a la caida libre, estableciendo el segundo campo base. Los últimos metros los cubrieron Manolo y Toni.

La cima del Agullot tiene unas vistas espectaculares y está tristemente pintada y rayada por decenas de insensatos que creen que ensuciar la roca les da algún tipo de satisfacción. Una vez encima de la roca no existe ninguna barrera entre uno y la inmensidad del universo. Realmente no es recomendable para personas con vértigo.

Tras algunas fotos para inmortalizar el momento, el grupo comenzó el descenso. Por el recuerdo de la subida, la bajada se aventuraba peligrosa pero realmente no lo fue. La multitud de caminos a escoger dió la posibilidad de elegir el más adecuado tanto para la subida como para la bajada y lo que se trepó cuesta arriba, con un ligero "saltito" se trepó cuesta abajo.

Una vez de vuelta a la entrada de la senda el grupo decidió hacer lo que sabía hacer, es decir, senderismo. Tanto trepar y tantas emociones no habían colmado las expectativas de un grupo acostumbrado a caminar y caminar y no a trepar y esperar. Con esta sensación, nuestros senderistas decidieron hacer el camino un poco más largo. Tomaron la ruta que sube desde el final de Comba hacia el pla de muletes y, en el cruce con la senda de la font de sant Josep, ir hacia ella.

La fuente estaba seca. La verdad que esta sequía continuada está dejando la montaña en bastantes malas condiciones, no sólo para los que van de vez en cuando a caminar por ella, sino para todos aquellos animales y plantas que viven allí. Desde la font de sant Josep, los senderistas bajaron por la senda que pasa a ser pista y, después de ver una estupenda estampa de las ruinas del viejo monasterio, cruza la ermita del naixement con sus huertos de naranjos y enfila valle abajo hasta llegar otra vez al pla del Salandó, donde estaba el coche. Durante la bajada, y como no estaba Fede, el Gps, para caerse, Toni deleitó al grupo con una caida tonta. Yendo por sitios peligrosos y complicados sin resbalar ni una sola vez y en una pista amplia y sin peligro te toca el culo al suelo. ¡Es la vida!

Esta vez no hubo cervezas de celebración. Tres horas de ruta dejaban poco margen al "tercer tiempo". De todas maneras se comento lo agradable de una excursión que había tenido un poco de todo y que, sin ser muy lejana, alta o pesada, mató el gusanillo "huevón-escalador" del cliub. Un acierto. Ahora, a esperar la próxima.

Pincha aquí para ver la ruta

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